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sábado, 26 de noviembre de 2011

La recuerdo a ella ( Narrativa ficticio)

Si esto tiene que ser un relato completo y sincero y de mis actos, creo que debería mencionar los motivos, sobre todo sentía curiosidad...

Cuando la vi  se me corrieron una docena de preguntas más. Quizá piensen que no son muchas, pero si las añades a las cincuenta preguntas que yo llevaba conmigo a todas partes, comprenderás que estaba a punto de explotar.

Mis padres me habían dicho que no me acercara a esa parte de la ciudad, que solo los hombres indecentes caminaban por ahí, pero yo había escuchado demasiado en la escuela, un montón de mujeres hermosas, dispuestas a hacerlo todo por un poco de dinero, era virgen y no quería seguir siéndolo a sí que me encamine

Al llegar estaba muy decepcionado. Es decir, todo lo decepcionado que podía estar al ver que no todas eran hermosas y jóvenes, esa visión  me sacó de mi estado de dichosa ignorancia.

Cuando llevas semanas, o incluso meses, esperando ir a ese lugar, la expectación añade sabor. pero al cabo de un golpe como ese, la decepción y la emoción empezaron a agriarse.

Se hizo un profundo silencio dentro de mí. Me quedé quieto, con un pie en alto, nervioso casi alterado, ese fue en el momento que la v era hermosa de cabellos rubios cuerpo fino y elegante, pude calcularte veinte y tres de inmediato, tal vez no se interese en un chico de dieciséis,  temores muy sensatos, tratándose de la mujer más hermosa que había visto en ese momento y gran parte a mi inocencia.

Me acerque  y ella  sonrió e inclinó su cabeza para poder verme mejor,  - me gustaría acostarme contigo- le dije sin rodeos-

- Ah, sí?- respondió ella- y por qué crees que me acostaría contigo?

Decidí ceñirme a las respuestas obvias, -tengo dinero-
la chica comenso a reír , después de un rato aspiró e hizo una pausa, con la boca abierta como si fuera a continuar. Sonreí. Me había negado sus servicios?  Estaba confundido, - los hombres son cosas extrañas- dijo ella confundiéndome a un mas
la muchacha se acercó un poco, se paró, y dio unos pasitos más. r hasta que se plantó delante de mí. Se quedó quieta, con el cabello brillante. Puso ambas manos delante de la cara, justo debajo de la barbilla. Estiró un brazo,  y me tomo de la mano

-Si en realidad lo quieres, lo hare- me dijo  en un tomo en el cual podía percibir su molestia-

-Y tú?  Adonde me llevas ? —bromeé.
Eché un vistazo a su rostro, con toda la indiferencia de que fui capaz. Había una molestia que sobresalía, caminamos un largo rato hasta llegar a un edificio al entrar, El portero me miró un momento, y luego rió. Fue un sonido de­senfrenado y alegre que brotó del fondo de su pecho.
—Sí, claro. Por qué no?- dijo al dejarme pasar

Al llegar a la evitación la chica  me puso una mano sobre el brazo e hizo un gesto para calmarme. Respiré hondo, cerré los ojos e intenté relajarme.
Poco a poco, comprendí que nada de eso importaba. Como mucho, había comenzado a excitarme, porque yo ya no tenía ninguna de que ese día perderia la virginidad, Y empecé a tocarla. despacio al principio, y luego más deprisa, a medida que mis manos iban convirtiéndose en tentáculos

—Es verdad. Lo había olvidado. —Se llevó una mano a los labios—. Bueno solo quería acordar el precio de nuestra romántico encuentro amoroso dijo ella con tolo elido- después de un regateo acordamos un buena suma- es tu primera vez- me pregunto-  si lo es-
Sería bonito decir que nuestras miradas se encontraron y que yo me acerqué lentamente a ella. Sería bonito decir que sonreí y que le hablé de cosas agradables en pareados cuidadosamente medidos, como el Príncipe Azul de algún cuento de hadas.

Por desgracia, la vida casi nunca tiene un guión tan meticulo­so, pero allí estaba, y yo no estaba preparado para ese encuentro, fue rápido. entonces me sonrió. era una sonrisa dulce, cariñosa y tímida, como una flor que se abre. era cordial, sincera y ligeramente tur­bada – si quieres intentarlo de nuevo, no te cobrare-
No se me ocurre cómo describirlo, de verdad. Sería más fácil mentir.
Me tapé la cara con ambas manos y lloré, des pues de un rato busque mis pantalones y me llevé la mano a la bolsa.

—Me gustaría saldar mi deuda con usted.-

Ella levantó una mano de largos dedos, con la palma hacia fuera, hacia mí. ese comedido ademán me hizo callar más deprisa que una bofetada. estaba despierto, tumbado, y notaba el suave aliento en mi rostro

Un año después me encontraba en la plaza donde solía reunirme con mis amigos, hablaban sobre las mujeres que vendían su cuerpo y todas las fantasías perversas que podrían hacer con ellas por un par de billetes,  y mientras estaba allí de pie, me vino a la mente un fragmento de la historia, antes de que pudiera abrir la boca,fue cuando la vi, era ella cargando en brazos a una niña de unos cuatro años, mas hermosa aun que aquel dia, representaba el tipico rol de madre cariñosa  y acompañada de una gran sonrisa. decidí callar


x jonathan mendoza

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